© PabloFR_
Taillón
(3144 m)
Casco de Marbore (3.006 m)
El
ascenso a esta mole ya clásica, por su pared norte, por ser uno de los “grandes”,
y por estar asediado desde ambos lados de la frontera, lo convierten en un pico
importante y transitado. No presenta dificultades técnicas en su parte somital,
si tenemos en cuenta que, ascender por la normal, supone llegar desde Francia
por el glaciar de la Brecha
o enfrentarse a una larga aproximación desde la vertiente Española,
lo que no es poca cosa. Desde Francia la famosa Brecha de
Roland, invita a que muchos neófitos se lancen a completar la ascensión sin
mucha preparación física. Y es que la vista que ofrece no es nada desdeñable,
el circo de Gavarnie y los Tres Sorores por un lado, el Vignemal por otro…
Desde España, el desnivel a salvar hasta su
base, es importante, y las vías de acceso nada fáciles: por el circo de
Carriata (clavijas) y el Collado Blanco, supone unos 1900 m de desnivel desde la pradera de Ordesa;
parecido por Cotatuero (clavijas más serias –ver rutas en Ordesa–) y recorrido largo también.
Pero en invierno las cosas cambian. He podido
subir la cumbre en ambas estaciones y con el frio de marzo la empresa se hace
mas dura, sobre todo con nieve virgen. En esta ocasión (marzo-2010) subimos con
raquetas desde la estación de esquí de Gavarnie, con 30 cm de nieve virgen por lo
que también estaba perfecto para los traveseros (lástima de ser un novato en el
esquí de montaña y haber dejado las tablas en casa). De esta forma fueron 4
horas y media hasta el refugio, recién desenterrado de la nieve, de Sarradets,
donde pasamos 2 noches sin agua corriente ni baños pero “calentitos” dentro de
la nevera en que se había convertido. La acumulación de la nieve era bestial,
hasta el segundo piso del refugio, donde una trinchera-túnel daba acceso a la puerta. Para ascender
al Taillón al día siguiente, seguimos con raquetas y tuvimos que calzarnos los
crampones en la arista desde la
Falsa Brecha, donde el viento había limpiado la nieve, y el
hielo resurgía entre ventisqueros y cornisas.
También ascendimos en la misma jornada el Casco,
previsores del mal tiempo que se avecinaba y de la inactividad que nos iba a
invadir el siguiente día, en el que finalmente bajamos sin visibilidad alguna
en medio de la ventisca.
© PabloFR_