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Después de desestimar un nuevo viaje a los Alpes por problemas de agenda, había que aprovechar la oportunidad para realizar una buena actividad en montañas más cercanas, y además teníamos pendientes alguna escalada clásica en roca en el Pirineo. Así que sin mucho entrenamiento pero con ganas de ponernos los pies de gato, empezamos a buscar opciones para tener un viaje corto pero intenso con un par de escaladas largas, facilitas y no muy lejanas una de otra.
Así la opción elegida finalmente fue volver a una vía que no pudimos acabar la primera vez que lo intentamos, La travesía del Petit Pic al Grand Pic en el Midi D’Ossau (III), y por proximidad, elegimos también la escalada del Pico Anayet por la vía equipada de Los Balcones del Anayet (V+).
Anayet
(2.574 m).
Via de los Balcones del Anayet (V+)
Empezamos en el Anayet. En la única zona virgen que tenemos tras las pistas de la estación de esquí, en los valles de Espelunciecha y Culivillas (La Garganta), aparecen joyas como Los Ibones de Anayet. Para disfrutar más de la montaña, decidimos subir con la tienda y estar a primera hora en la pared. Dormir en la montaña, aunque sea a escasas 2 horas del Portalet y la carretera, te permite participar y sentir la montaña de forma especial, los atardeceres, las tormentas, el desayuno frente al lago, son momentos que no tienen nada que ver con los que vivimos aquí abajo.
Para llegar a estos lagos, decidimos subir por el valle y collado de Espelunciecha, y sin perder altura nos dirigimos al paso de roca equipado con unas cadenas y sirgas que nos permiten acceder directamente a los Ibones del Anayet sin perder altura (sin necesidad de bajar y volver a subir en la zona de La Rinconada ya en el valle de la Canal Roya). Este paso hay que decir que nos pilló fríos, y con todo el peso de las mochilas nos pareció hasta complicado. Sacamos el arnés para auto-asegurarnos, es bastante vertical al principio, y es necesario tirar de brazos ayudándonos en el cable y cadena, porque no hay muchas presas.
El atardecer a 2.200 metros con el reflejo del Midi en el lago y con cielo despejado, un regalo para descansar y coger fuerzas para la escalada.
La escalada presenta 10-12 largos según se enlacen alguno de ellos. Toda la vía está equipada y bien protegida con parabolts, por lo que sobre todo, hay que prestar atención a los bloquees y piedras sueltas. En general toda la vía es de III y IV grado, destacando una corta zona de bloques (IV+/V) antes de acceder a la cresta que dirige a la cumbre (largo 8-9). Y sobre todo destaca la placa tumbada del largo 3 que discurre junto a una grieta paralela, donde la roca más lisa no ofrece muchas presas. Esta zona conocida como “triedro” está bastante lisa, los seguros van paralelos a la grieta donde podemos encajar el puño y tirar de alguno de sus resaltes, pero apenas hay más presas buenas ya que la roca solo dispone de regletas en sentido contrario a nuestro avance. Más a la derecha hay más presas, pero están alejadas de los seguros así que con un poco de tacto se van pasando los 15-20 metros de esta zona que le da el grado a la vía (V+).
Por lo demás, tras el triedro, es donde más se disfruta en placas tumbadas con multitud de regletas y buenas presas y con un nada despreciable patio a tus espaldas. Como seguir la vía es fácil (sólo tenemos que ir buscando la siguiente chapa) podemos disfrutar de la escalada en todo momento. Las reuniones están equipadas con 2 parabolts y la última de ellas nos deja directamente a escasos 10 metros de la cumbre. Tanto en la escalda como en la bajada por la normal hay que prestar atención y procurar no tirar piedras a otros escaladores. Buen tiempo, escalda disfrutona, día perfecto. Para volver, la bajada la realizamos por La Garganta para retomar Espelunciecha por La Glera de Anayet, haciendo así un vuelta circular. Aunque el paisaje en esta zona quede penalizado, más si cabe, por los remontes y pistas de la estación de esquí, vamos contemplando en todo momento El Balaitus y Los Infiernos como telón de fondo en el horizonte.