Panorámica del macizo del Mont Blanc desde el Lac Blanc (Chamonix, Alpes). Foto:PabloFR

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                El monte Pelvoux se alza sobre Ailefroide, en el corazón de los Ecrins;  así directamente, sin aproximaciones ni valles secundarios. Sus contrafuertes son las mismas paredes de granito que luego puedes escalar desde el camping, y por las que, finalmente, vuelves al punto de origen de esta travesía que atraviesa la montaña de Sur a Noreste.

                Así la ruta asciende desde el Sur a la cumbre por el Corredor Colidge, cerrando el círculo por el Nor-Este, por donde se descuelga el Glaciar de Violettes hasta llegar finalmente a las Viras de Ailefroide.



PELVOUX: 3.946 m.

Travesía del Pelvoux:

Corredor Coolidge - Glaciar de Violettes - Ailefroide

 
Zona media del corredor Coolidge. Foto:PabloFR


Rapelando en mitad del glaciar... no es un rápel cualquiera. Foto:PabloFR
Bajando de la cumbre, sobre el plató glaciar y el Petit Pelvoux. Foto:PabloFR

                Para la segunda visita al macizo de los Ecrins, Rodro busco una ruta completita, con un poco de todo, para no aburrirse, de esas que parece que no acaban nunca, de esas que cuando quieres disfrutar de un rapel, ya estás metido en otro glaciar, y cuando no, esquivando piedras, y así durante más de 15 horas, por si te sabe a poco…, de esas en las que no te queda otra que ir fotografiando en tu mente toda la jornada, para después, con tiempo, recuperar cada uno de los pasos y zonas por las que has pasado y disfrutarlos merecidamente, cuando el cansancio y las rodillas, por fin, te dan tregua. Y esto viene siendo al día siguiente, en la piscina del camping, con una cerveza, porque después de 1.200m de subida y otros 2500 metros bajados todos ellos del tirón,  el día se hace verdaderamente largo.

                

 
Preciosa bajada por el glaciar del Pelvoux con vistas del Glaciar Blanc y los Ecrins. Foto:PabloFR
Glaciar y parte baja del corredor Coolidge. Foto:PabloFR


                En la primera jornada dese el pueblo y camping de Ailefroide, se accede por una pista hacia el Oeste, al valle de Celse Niere, plagado de abetos y cuyo camino pronto se convierte en sendero ascendente, y que después gira a la derecha sobre la ladera en un zig-zag constante en el que no hay ni un solo descanso. Desde los 1555 m del pueblo, no se para de subir por la ladera sur de la montaña hasta el refugio del Pelvoux, a 2750 m y tras 1200 de desnivel, que se salvan relativamente rápido debido a la fuerte pendiente, en unas 3 horas.

                El paisaje más bien “pirenaico” en la zona baja, va cogiendo ambiente alpino según se asciende, y aunque hacia el Sur, el macizo pierde altura se empiezan a ver glaciares de envergadura hacia el Oeste en las inmediaciones del pico de Ailefroide.

                Las marmotas merodean el refugio, muy cómodo y no excesivamente lleno –algo que se agradece en pleno agosto- guardas simpáticos y la tarde al sol en las hamacas.










                Sin mucha adaptación horaria, cena a las 18:30 y desayuno a las 3:00 de la madrugada, nos pusimos en marcha a eso de las 4:00 por el camino que ojeamos la tarde anterior. Básicamente se trata de subirse sobre una morrena por una placa de roca fácil, hasta la pared y neveros, para atravesar de forma horizontal hacia la izquierda, sobre manchas de nieve, ya con crampones. Estos los mantenemos en la roca ente los dos primeros neveros, buscando el mejor camino, más o menos marcado, zigzagueando y ganando altura entre rocas y una masa de tierra, piedras y agua, típica de las morrenas y neveros en deshielo, Después sin crampones, esquivamos por la izquierda la nieve que se acumula en la subida al collado. Es una zona obvia que nos deja ya a los pies del pequeño glaciar de Sialouze que da paso al corredor Coolidge. Hasta ahora, a la luz del frontal, y a partir de aquí ya con las primeras luces que se filtran entre cúmulos de nubes.

                Tan sólo nos precede un grupo de tres alpinistas y nos sigue un guía con dos clientes. El corredor es sencillo, abierto en la parte baja y con un estrechamiento y mayor pendiente en la parte superior, todo con nieve dura aunque se puede encontrar algo de hielo. Pendiente justa para decidir no ir encordados, una caída difícil de parar puede arrastrar al resto, y técnicamente y subiendo con confianza, no era complicado. Los gemelos se quejan y las paradas se hacen obligadas, eso sí, buscando zonas protegidas porque la roca superior que cierra el corredor está muy suelta. Es muy importante no meterse en la zona de roca, continuar siempre por la nieve dura. Cuando se sale del corredor (salimos por la izquierda) y es inevitable pisar los últimos metros en roca, piedras como televisores se movían bajo nuestro pies, así que ojo, que por debajo sube gente.












                Después a disfrutar, amanece sobre el glaciar, paseo por la pequeña arista hasta la cumbre y nada de frío. Una pena que las nubes nos cerrasen la vista de la cara sur de La Barre des Ecrins, pero el tiempo era espléndido.

                Y ya desde las 9 de la mañana, empieza la larga bajada. Al principio espectacular, bajando tranquilamente por el glaciar de Violettes, esquivando pequeñas grietas y con el pico Montagne des Agneaux y el glaciar Blanc justo en frente, puerta de entrada a la Barre, que intentamos el año pasado. Y seguimos con el paso más bonito de toda la jornada, un rapel de la grieta central, unos 10 metros de pared blanca para salvar este “escalón” gracias al anclaje colocado por los guías locales y poder acceder al espolón rocoso en el que nos espera mucha piedra suelta, y unos 3 rápeles, el último por la gran chimenea que da acceso a la base de Violettes.

                Según las cuerdas que se lleven se pueden hacer más o menos rápeles. Con 2 de 60, se pueden hacer los dos primeros de una tirada, (destrepar está feo, con piedra suelta y tierra) y después se anda unos 150 metros por  nieve hasta el pilar de roca que se bordea por la izquierda en la zona más peligrosa -piedra muy suelta y una caída “potente” hacía la izquierda-  para llegar con mucho cuidado a la chimenea grande. Esta se puede hacer con dos rápeles (uno de 60 y otro de 50)  y una pequeña destrepada muy sucia entre ellos. Si se va con una sola cuerda de 60, hay que destrepar mucho y por zonas muy sucias con piedra deslizante por el polvo y la tierra y con piedra suelta.


                Una vez salvada esta parte, se cruza el glaciar bajo los seracs, que por el calor, ya comienzan a sacudirse de piedras y bloques. La travesía del mismo, que parecía peligrosa, no lo fue tanto porque se cruza en 5 minutos y relativamente alejados de la pared por donde vimos caer algún pequeño bloque de hielo y piedras que proceden de la parte superior rocosa. Una vez alzados sobre el hombro rocoso, por una paso fácil, con la ayuda de una maroma, podemos decir que lo más complejo ha pasado, sin olvidar que aún estamos a unos 3.100 m de altura. Después otro rápel de 60 y destrepe de 10 m, terreno pedregoso de bloques sobre morrena y último escalón a salvar con un largo rápel de 60 que nos deja en el nevero Pélissier. Entre el nevero y la morrena, o sobre la parte superior de esta, llegamos a los 2.500 m de altitud donde giramos a la izquierda para descender un sendero muy empinado en zona herbosa, donde las piedras ruedan como proyectiles. Aquí, ya agotados, se pierde altura –por fin- hasta que el sendero más marcado gira al norte para posteriormente enlazar con la entrada a la vira de Ailefroide.







Vista del refugio del Pelvoux y el gran valle sobre el que se alza. Foto:Rodro.

                Y aquí es donde llegamos a hacernos a la idea de seguir 2 horas más hacia el parking de Pré de Madame Carle porque no encontrábamos el acceso bueno. Descendíamos por un sendero marcado entre vegetación, y seguimos por una bajada de tierra muy marcada… por todos los que nos equivocábamos! Una hora después, agotados de bajar y subir por viras y rocas sin salida, volviendo sobre nuestros pasos, encontramos que sin meternos en la bajada de tierra, se podía seguir sin perder altura sobre una roca quebrada, menos marcada, que finalmente fue el camino correcto. Así descendimos los últimos 300 metros hasta Ailefroide, por la famosa vira, que es muy fatigosa y penosa, terminando de machacar definitivamente a las rodillas con pasos muy largos, pero no tan aérea como habíamos oído, eso sí, con mucha precaución por el cansancio acumulado, y las cerca de 16 horas que llevábamos en pie.


               
















Último rapel hacia el Nevero Pélissier. foto:Rodro.


















































Colgados y disfrutando en mitad del glaciar Violettes. Foto:Ángel

Grieta del galciar Violettes junto al rapel. Foto:Ángel



Preparados para continuar encordados. Foto:Rodro.

Un guía muy simpático nos hizo la foto de cumbre a los cuatro.













Al fondo pilar de roca por el que se salva la cascada de seracs en la bajada. Foto:Ángel




Última pala hacia la cumbre principal. la cordada en plena faena. Foto:PabloFR















A punto de realizar un rapel para librar los seracs de Violettes que vemos en segundo plano. Foto:Rodro.






Vira de Ailefroide, con el valle al fondo. Foto:Rodro



























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